El ayuno intermitente es bueno para la salud cardiovascular.

En los últimos tiempos está ganado muchos seguidores una forma de alimentación llamada de ayuno intermitente. Acostumbrarnos a comer cuando realmente nos sea necesario. Ser capaces de “resetear” nuestra falsa sensación de falta de alimentos y ser capaces de volver a percibir la verdadera sensación de hambre que, en ningún caso, aparece cada cuatro, seis u ocho horas.

Practicar un ayuno intermitente es, además, una forma mucho más fácil para la mayoría de personas de perder peso, ya que les permite comer la cantidad que quieran pero en una franja horaria estrecha. Existen diferentes estrategias. La más extendida y fácil de llevar es la 16/8 (16 horas al día de ayuno y 8 en las que se permite comer), pero también existe la 18/6, la 20/4, comer días alternos, la 5:2 (comer cinco días a la semana y dos de ayuno) o la 4:3. Además, dejar al organismo con un periodo largo sin aporte calórico ha demostrado que produce un descenso de los factores de riesgo y de los biomarcadores asociados al envejecimiento, de la incidencia de diabetes, enfermedad cardiovascular y de cáncer, sin efectos secundarios importantes.

Durante el ayuno, los ácidos grasos y cuerpos cetónicos se convierten en la principal fuente de energía al no haber disponibilidad de glucosa. Esto produce una disminución de la masa corporal, del colesterol total, del LDL colesterol y de los triglicéridos.

El ayuno intermitente inhibe el desarrollo de la placa de aterosclerosis, reduciendo las concentración de marcadores inflamatorios, como la IL-6, la homocisteína y la PCR. También, por diversos mecanismos impide la proliferación de la placa.  El ayuno intermitente es capaz de prevenir la hipertensión arterial elevando los niveles de BDNF (brain-derived neurotrophic factor), con lo que al aumentar el sistema parasimpático produce un descenso de la presión arterial sistólica y diastólica y una disminución de la frecuencia cardiaca. Es también beneficioso en obesos y diabéticos. La reducción total de alimentos lleva a un descenso de peso. Se produce una mejoría del metabolismo de la glucosa y una mejora de la sensibilidad a la insulina, aumentando las células B pancreáticas de los islotes de Langerhans. El ayuno intermitente también limita la hipertrofia cardiaca.

Replantearnos la forma de alimentación está siendo una fuente importante de control de nuestra salud y de prevención, primaria o secundaria, de enfermedades.

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